La autora construye en estas páginas un puente para que el vino siga siendo parte de las mesas argentinas y de la vida cotidiana, sin eufemismos ni grandilocuencias estériles, sino con la simpleza más pura.


“Chin Chin, el vino es fácil” le hace honor a su nombre y está escrito de manera muy sencilla, transmitiendo desde la pasión y el disfrute con muchísima claridad. Los años de experiencia de la autora se ven reflejados en esa forma de comunicar y en cada página contagia su amor por el vino, tal como lo hace en el programa Cocineros Argentinos, de la Televisión Pública, y en muchísimas colaboraciones en radios, libros y medios gráficos.


Las ilustraciones de Flor Capella y el prólogo magistral de la periodista Elisabeth Checa son dos excusas más para abrir el libro de Marcela Rienzo y recorrer sus páginas, que permiten a los lectores un divertido paseo en busca de las respuestas a las preguntas más comunes: qué es el vino, cómo descorchar una botella, cómo llegaron las uvas a América, qué platos van bien con determinados vinos, qué hace un enólogo, cómo elegir un vino para comprar.

«Las mujeres sabemos cómo estimular los deseos. No andamos por la vida con el dedito levantado proclamando esotéricas virtudes del vino. Con Marche (la Rienzo) hemos viajado, catado y bebido (no es lo mismo). Siempre lo disfrutamos. Tratamos de transmitir la magia del vino, de comunicar cuál, cómo y por qué, sin hacerlo complicado. No debe haber hermetismos a la hora del disfrute. Se trata de comunicar el vino, sus virtudes y sus diferencias. Desde la historia, las variedades, los terruños, los hacedores y los estilos, que varían según pasan los años, hasta transmitir algunos conceptos básicos, como las relaciones más directas pero también las más sutiles y transgresoras entre los platos y el vino. O el estilo de las copas, temperaturas, orígenes. De eso se trata. Del vino y sus circunstancias. Sin agobios. Así lo logra Marcela en éste, su primer libro sobre un tema sobre el que se ha firuleteado muchísimo», nos cuenta Elisabeth Checa en el prólogo.


«Este libro es un espacio para compartir experiencias que pertenecen al vino, pero también a todo lo demás. Escribí “Chin Chin” para invitarlos a que se enamoren de esta bebida tanto como yo. Siempre que se ofrece una copa aparece una pregunta, y en estas páginas intento dar respuestas simples que ayuden a todos a vivir el vino bien, sin sentir que se quedan afuera de algo. La diferencia entre ser profesionales del vino y ser bebedores, es que ustedes no tienen que profundizar más que en sus propios sentidos, en su propia curiosidad. En estas páginas les prometo abrir una puerta para que puedan divertirse y si les gusta, el camino es infinito, el vino será de ustedes, ya no habrá vuelta atrás», propone Marcela Rienzo.

Una lectura más que se suma a los aún no tan nutridos anaqueles de libros del vino que, aunque muchos, nunca serán suficientes.

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