Recientemente tuvimos la oportunidad de estar unos días en la ciudad de Ushuaia, capital de la Provincia de Tierra del Fuego, puerta de entrada a la Antártida y símbolo del Fin del Mundo por ser considerada el enclave urbano más austral del planeta. Allí, entre la visita al famoso presidio que otrora diera origen a la ciudad, la navegación por las islas del Canal de Beagle, la aventura de viajar en el Expreso Fueguino o el final de la Ruta Panamericana en la Bahía de Lapataia, Ushuaia ofrece una oferta gastronómica de primera línea. Aquí compartimos algunas recomendaciones y tips a la hora de decidir dónde y qué comer. Una recomendación linda para algún momento libre es pasar por la Oficina de Turismo a sellar el pasaporte con algunos timbres alegóricos al emblemático lugar. También otorgan sellos en ambas sedes del Museo del Fin del Mundo y en la Casa Malvinas.

Para empezar, les cuento que deben tener en cuenta, tanto para almorzar como para cenar, llegar temprano al restaurante elegido. ¿Razones? Varias… Si bien nosotros no estuvimos en temporada alta, así y todo, los buenos lugares se llenaban pronto, sea al mediodía o a la noche, por lo que después del primer fallido con esta cuestión y siguiendo los buenos consejos de los lugareños, hicimos el esfuerzo de estar sentados a las 12 hs para almorzar o a las 20 hs para cenar… Hecho eso, se solucionó el inconveniente, que se repetía en aquellos que intentaban en vano hacerse de una mesa pasado ese horario.

¡Ahora sí! Pasemos a los platos y las copas… y para ello tenemos que empezar a recorrer muchos de los lindos lugares que Ushuaia tiene para comer. Nos referiremos a lugares céntricos únicamente, aquellos a los que se puede acceder a pie, caminando la ciudad.

Un buen inicio es darse una vuelta por el Bodegón Fueguino (@bodegon.fueguino) que, emplazado en una típica casa sureña, cuenta con una ambientación cálida y familiar. Recuerdo que la noche que allí cenamos nevaba mucho, lo cual dio un marco especial a la velada. Este bodegón es uno de los tantos lugares ideales para degustar dos platos muy presentes en la gastronomía fueguina: la sopa de calabazas y el cordero patagónico. En esta ocasión, el cordero lo pedí en cocción con base de naranjas y miel, con puré de papas y espinacas. ¡Una delicia! Aquí el vino, en el intento diario de que las etiquetas degustadas en este viaje sean oriundas de la Patagonia y a falta de un Pinot Noir en la carta, fue un Blend de Cabernet Franc y Merlot La Poderosa, de Bodega del Fin del Mundo (@findelmundowines), un vino noble que cumplió en acompañar tan rica cena y no desentonó con los matices dulces y cítricos de la preparación del cordero. No quiero olvidarme del bombón helado de Calafate que sirvió de postre y cierre de cena, hecho con el fruto del arbusto homónimo tan presente en la geografía andina del sur.

Si queremos seguir indagando en las bondades del cordero, otros dos lugares tienen que estar anotados en la lista: Isabel Cocina al Disco y Casimiro Biguá. En el primero, como su nombre lo indica, uno puede encontrar corderos en diferentes estilos cocinados al disco de arado, aunque también hay opciones de bondiola, polla o carne vacuna bajo el mismo método. Linda cava de vinos se puede disfrutar en Isabel (@isabeldiscoushuaia), donde uno incluso puede acceder a ella para elegir su propia botella. Yo opté por un A Lisa, un enorme Malbec de Bodega Noemia (@bodeganoemia). En Casimiro Biguá (@casimirobigua), el cordero estrella se hace al asador, pero también se pueden degustar otros cortes de carne, tanto a la parrilla como a la cruz. La carta de vinos también es notable. Sin dudas, ambos lugares que ocupan este párrafo son estupendas opciones para los amantes de las carnes rojas.

Siguiendo con nuestro derrotero culinario, llegamos a un lugar imperdible y pintoresco, que oficia de especie de pulpería perdida en el tiempo y museo al mismo tiempo. Hablamos de Ramos Generales El Almacén (@ramosgeneralesushiaia), un verdadero viaje al pasado y a los placeres del paladar. Frente al Canal del Beagle y con una escenografía digna de realidades pretéritas de varias décadas atrás, es un sitio donde a la buena comida se le suma una nutrida carta de vinos y la mejor atención. Aquí se puede aprovechar para comer una de las sopas de cebollas más rica de la ciudad y luego incursionar por la comida húngara con un exquisito Goulash con Spätzle, mientras se degusta una bella copa de vino.

En una linda esquina de la avenida San Martín nos encontramos con El Mercado Ushuaia (@elmercadoushuaia), una tienda y restaurante con muchos productos regionales y orgánicos, que también es vinoteca y tiene innumerables etiquetas de vinos a un excelente precio. Allí la mesa estuvo adornada con unos ñoquis de remolacha y unos Ravioles de Róbalo en masa rallada de huevos y espinacas que estaban de diez. Como era almuerzo y había que seguir explorando la city, opté por vino en copa y volver al ruedo viajero sin inconvenientes. Ricas pastas también pueden disfrutarse en Moustacchio (@restaurantemoustacchio), muy cerca del presidio y también ubicado en una esquina de la misma avenida. Aquí el vino elegido fue un Malbec de Bodega Méndez Terrés (@finca.mt) que me sorpendió gratamente, mientras que para cenar opté nuevamente por pastas con unos Ravioles de Ricota y Verdeo con una salsa de la casa a base de brócoli, panceta y crema que estaba genial.

Es hora de dejar atrás carnes rojas y pastas para pasar a las bendiciones que nos proporciona el mar. Para disfrutar de las bondades marinas visitamos Tía Elvira y El Viejo Marino, dos lugares cercanos entre sí, ubicados frente al Canal del Beagle, lo que les otorga el plus de una vista que se desparrama sobre las aguas y permite aprecias las lejanas montañas nevadas y el vuelo de los albatros. Tía Elvira (@tiaelviraushuaia_) fue escenario de dos visitas. Dos cenas para ser más exactos. La primera la denominamos “Operación Centolla” y consistió justamente en hacerle los honores a este plato tan típico de la región compuesto por ese manjar que es la centolla fueguina o austral y que es toda una experiencia, que comienza con la elección del crustáceo indicado entre los muchos que nadan en el acuario del restaurante. Luego viene el momento de la extracción y tras él, el de la espera hasta que nuestra amiguita vuelve a la mesa lista para ser disfrutada. Ante la impericia en el uso de las tijeras, una atenta camarera nos ilustrará sobre tal cometido para poder disfrutar de nuestra centolla como Poseidón manda. Para acompañar, esta vez me alejé del blanco que marca el anticuado protocolo báquico y me incliné por un Pinot Noir de la línea Mara, de Ernesto Catena (@poetadelvino). De más está decir que fue una velada estupenda en todo sentido. Tanto nos deslumbró el lugar que dos noches después regresamos para probar otro de los manjares magallánicos por excelenecia: la merluza negra. La pedimos a la manteca negra con alcaparras y aquí si elegimos un vino blanco y para lograr un gran maridaje recurrimos al Blend Chardonnay Viognier Serie A de Zuccardi (@zuccardivalledeuco @szuccardi) que entonó de mil maravillas con el elegante plato. Por su parte, en El Viejo Marino (@el.viejo.marino) disfrutamos de una noche a puro marisco con una paella y una cazuela de frutos de mar que aún recuerdo con cierta nostalgia. La carta de vinos es algo escueta, pero seguramente encontrarán alguna opción que acompañe como corresponde el plato elegido. No dejen de probar aquí el café cortado… tiene un touch distinto.

Muchas más son las opciones que nos han quedado fuera del calendario de esta corta visita de cinco días a Ushuaia, capital de la Tierra del Fuego, lo que sin dudas es un motivo más para volver a pisar el Fin del Mundo.

Por Diego Horacio Carnio para www.elperfectovino.com