De viaje en San Luis, un mediodía fui a almorzar al Hotel Potrero de los Funes y me encontré con una grata sorpresa. Además de un servicio gastronómico de excelencia y una cava de vinos inmensa, sobre la mesa estaba mirándome con simpatía una botellita del Malbec Reserva de la Bodega puntana Corral de Palos.

Si bien sabía que en la provincia de San Luis había algunas bodegas e incluso conocía algunos de sus vinos, a Corral de Palos no la tenía en el radar. Hice un posteo en @elperfectovino en Instagram y luego entré en comunicación con Gustavo Agostini, enólogo de un extenso repertorio que lo hizo recorrer Chandon Argentina y trabajar en distintas partes del mundo, como Napa Valley, la India y Europa. Mi almuerzo en Potrero fue entonces el inicio de una comunicación que culminó en una visita a la Bodega, ubicada a unos 37 km de la capital puntana, en la localidad de Beazley, Departamento de Juan Martín de Pueyrredón. El proyecto cuenta también con un puñado de hectáreas en Gral. Alvear, Mendoza.

Gustavo me pasó a buscar poco después del mediodía por el Hotel. Ya en su camioneta me contó sobre su historia en relación a los viñedos y a la producción vitícola, su paso por Chandon y por diversos países, como mencioné en párrafos anteriores. Pero la pregunta del millón era una: ¿Cómo fue que terminó haciendo vinos en San Luis? Sus razones se materializan cuando uno prueba sus vinos. Son realmente muy buenos y nada tienen que envidiar a los vinos de las zonas productoras tradicionales, como Cuyo, Patagonia o el NOA. Hubo otros motivos, por supuesto, como la seducción ejercida por su amigo y actual socio para establecerse en suelo puntano. La realidad es que 2019 marcó el inicio de esta aventura vínica que no dejó de crecer, incluso pademia mediante, cuando Gustavo y compañía compraron las fincas que anteriormente formaban parte de Bodega Los Coros.

Con instalaciones de última generación, hoy la Bodega Corral de Palos tiene una capacidad de producción de 660 mil litros, con su propia línea de fraccionamiento, embotellamiento y etiquetado. Los suelos del viñedo son franco arenosos y pedregosos, con un clima templado pero de gran amplitud térmica.

En la actualidad, la bodega cuenta con tres líneas de vinos. Una joven que bajo el nombre Despeinado –que evoca la sensación que la esposa de Gustavo tuvo al ver los viñedos, despeinados por el viento Chorrillero-, presenta un Blend de Tintas (Cabernet Sauvignon, Syrah y Bonarda), un Blend Rosé (Syrah y Cabernet Sauvignon) y un Blend de Blancs (Viognier y Chardonnay). Otra línea Clásica, compuesta por varietales, entre los que se encuentra un Viognier, un Malbec y un Cabernet Franc. El último portfolio que dio a luz la bodega fue la línea Reserva, con un Malbec y un Cabernet Franc con crianza en barricas de roble.

La bodega continúa creciendo y al momento de visitarla pudimos ver lo planificado para un futuro próximo, entre lo que se destaca, según lo narrado por Gustavo, una cava subterránea, una nueva sala de degustaciones y la recepción para poder llevar adelante el proyecto de enoturismo.

Gustavo y su familia complementan el proyecto Corral de Palos con otra iniciativa, burbujeante en este caso, que lleva por nombre “A la par” y produce espumantes en Mendoza. Pero esa… esa será otra historia.

por Diego Horacio Carnio para www.elperfectovino.com

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