Cerca de Lisboa se levantan bellas ciudades como Cascais, Estoril o Belém, entre varias otras, que posibilitan una escapada de la capital lusitana y un encuentro cara a cara con la inmensidad oceánica del Atlántico y la belleza de estas ciudades en miniatura.

por Diego Horacio Carnio

Luego de una tormentosa noche en Lisboa y un amanecer borrascoso, ni las copiosas lluvias ni nada que caiga del cielo pudo detener nuestra intención de tomarnos un tren y visitar Estoril y Cascais. A la lluvia hubo que sumarle un paro de los trabajadores de la empresa de trenes Comboios de Portugal que generó retrasos importantes en la salida de las formaciones. Pero hacia allá fuimos…

El tren de ida a Cascais salió finalmente pasadas las 12 hs y nos dejó en destino 40′ después. La tormenta no cesaba pero recorrimos el pintoresco pueblo balneario, observando las mansiones que hacen de Cascais uno de los lugares más exclusivos de Europa, cuyo metro cuadrado se encuentra entre los más costosos del Viejo Mundo. En esta bonita localidad balnearia y pesquera, cerquita de la capital portuguesa y pegadita a Estoril, uno puede perderse durante horas por sus calles, llegar a la ciudadela y deslumbrarse con sus murallas y fortificaciones, mirar sin prisa el mar y obviamente comer algo rico con un buen vino.

Paraguas en mano, iniciamos el recorrido por hermosas calzadas hasta alcanzar la costa, donde hicimos una pausa para deslumbrarnos con el océano, el cual costeamos hasta llegar a la antigua ciudadela amurallada, conjunto de fortificaciones construidas entre los siglos XV y XVII para defender la costa y constituir una primera línea ante posibles intentos de ataques a la capital. Tres elementos se distinguen al interior de la ciudadela: la Torre de Santo António de Cascais, la Fortaleza de Nuestra Señora de la Luz (Nossa Senhora da Luz de Cascais) y la zona del antiguo Palacio Real, éste último mandado a construir por el rey Luis I como lugar de descanso para la familia real a mediados del Siglo XIX, utilizándose para ese fin hasta el asesinato del monarca Carlos I en 1908.

A la ciudadela fortificada se ingresa atravesando unos pórticos muy lindos, aunque también puede hacerse por algunos pasajes que existen por debajo de las murallas. Nos llamó la atención la estatua de tamaño real y cuerpo entero, mirando al mar, del rey Carlos I, el mismo que fuera víctima del regicidio perpetrado en 1908 cuando retornaba desde aquí a Lisboa.

Nos hicimos un buen rato para perder la vista en la inmensidad del mar desde lo alto de algunos de los muros y baluartes que protegen el antiguo casco de la ciudad. Más tarde, nos sentamos en las mesas del tradicional Restaurante Flamingo y pedimos varias cositas. Pastelinhos de Bacalao, Sopa do Mariscos y lo principal y más importante, unas Sardinas asadas que estuvieron sensacionales. Como sabrán ustedes, junto con el bacalao, las sardinas son el otro gran producto marítimo de jerarquía mundial de Portugal. Bueno, estaban buenísimas. De postre, un Bolo de Bachalo o Pastel de Galleta Tradicional, que no fue gran cosa pero se dejó comer. En la copa, un Vinho Branco Seco tal como reza la etiqueta. En este caso, un Vinho Regional de Península de Setúbal, región ubicada en el sur de Portugal y cercana, relativamente, a Cascais, razón doble para pedirlo. De Bodegas José María Da Fonseca, es un vino que aromáticamente no dice mucho, pero que en boca devuelve todo lo que en nariz no dijo. Buen cuerpo, con huella en lengua.

Aún nos quedaba tiempo para continuar recorriendo algunas callejuelas de Cascaias y eso hicimos antes de partir hacia Estoril, situada entre Cascais y Lisboa. En la actualidad, Estoril es famosa principalmente por dos o tres razones. Una de ellas es su Casino; las otras tienen que ver con el deporte, sobre todo con el Abierto de Estoril en Tenis y con el Gran Premio de Fórmula 1 que aquí se corre. Más allá de eso y sin perder tiempo intentando la Martingala en la ruleta, la ciudad se recorre rápido y sus atractivos se encuentran casi todos alrededor de la plaza central.

Previendo las demoras de los trenes por la huelga, nos apersonamos en la estación para aprovechar la salida del que sería el último tren del día, retornando a Lisboa a eso de las 17.30 hs, cuando ya empezaba a anochecer.

+INFO:

  • Restaurante Flamingo: R. Regimento 19 de Infantaria 14, Cascais, Portugal. Platos típicos de la cocina portuguesa. Sardinas, Bacalao, mariscos y postres. https://www.facebook.com/FlamingoCafeCascais/info?tab=page_info – IG: @cascaisflamingo
  • Citadel de Cascais: 2750-642 Cascais, Portugal.
  • Bodega José María da Fonseca Vinhos: R. José Augusto Coelho 12a, Azeitão, Portugal. http://www.jmf.pt/ – IG: @josemariadafonsecavinhos