Me tomó por sorpresa que en un solo paso uno pudiera tener la sensación de viajar miles de kilómetros. Eso me pasó hace unos días cuando, casi sin quererlo, me vi sentado en Enrique Tomás Experience, una verdadera experiencia gastronómica como sugiere su nombre. ¿Les cuento?

Justo antes de desatarse la pandemia y el consecuente encierro, Enrique Tomás -el número uno entre los productores de jamones ibéricos- desembarcaba en Buenos Aires con el primero de sus restaurantes en tierra argenta. A los quince días de inaugurado tuvo que cerrar por la cuarentena, pero ahora reabrió sus puertas para que podamos disfrutar de una experiencia gastronómica fascinante.

Ubicado en la planta baja del Shopping Dot, pero en un ambiente que pareciera ajeno al ajetreo propio de un centro comercial, la experiencia Enrique Tomás tiene muchos aspectos relevantes, aunque quizá lo primero que surge y deja boquiabierto al visitante sea su línea de jamones ibéricos. Un recorrido por las distintas líneas de jamones puede ser muy enriquecedora, pero lo será más si quien explica es Oscar Grand, erudito sobre la materia y encargado de que todo funcione a la perfección en el local. Degustar las diferentes etiquetas, conocer sobre los cerdos y su alimentación e ir saboreando desde la línea de entrada hasta llegar al Bellota Premium, tope de gama del recorrido jamonero, les aseguro que es una aventura inolvidable.

Pero la carta de Enrique Tomás esconde muchas perlitas, tanto en los platillos de tapeo, en los principales y en los vinos. Yo opté por un lindo tapeo compuesto por boquerones, queso manchego curado, fuet catalán, chorizo y croquetas de jamón ibérico. De entre los muchos vinos presentes en la carta, elegí uno de la DOC Priorat: Scala Dei Garnatxa 2017, una típica Garnacha Tintorera de Cataluña, España.

Finalmente, para concluir la velada, el postre no podía ser otro que una Crema Catalana quemada. Pero antes de concluir, les dejo un dato interesante, ya que en la carta de vinos podrán encontrar muchos excelentes vinos argentinos y un puñado de vinos españoles, además de la garnacha ya citada, tanto de Ribera del Duero como de Rioja. Un rincón para viajar a España no sólo sin escalas, sino sin avión, sin maletas y sin hoteles, pero con la mesa puesta para deleitarnos con un buen banquete de la madre patria.